10.06.2013

Un día de otoño en la montaña.

Después de la tormenta que anegó de lluvia y rayos Barcelona anoche, ha amanecido el día con una luz que parecía sacada de un cuadro de  Rembrandt.
Todo se dibujaba y se percibía en el horizonte. Las zonas de luz y sombra se respetaban. Los colores de las hojas y de las plantas se saturaban al recibir el sol después de una lluvia tan querida. Las montañas de Montserrat se recortaban en el cielo limpio y azúl. Esa montaña que he visto tantas veces y que sigo encontrando tan misteriosa.
Nuestro amigo Diego y su hijo Dante eran nuestros anfitriones. Itziar, mi hija, con sus 11 años recién cumplidos, se sumía en sus pensamientos de pubertad que también anuncian días con sus luces limpias y cálidas y sus sombras, marcadas y también necesarias. Ana, tranquila y pausada por una noche con cervezas y amigos y yo, también con gelocatil, disfrutando de este día...
Un día de otoño en la montaña con gente a la que quiero.



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